Yo Soy Ratón: “Cuando compongo siempre tengo en mente una canción de la que toda la familia pueda sacar partido”

Músico, compositor, educador y psicomotricista, Manu Rubio está revolucionando la música para familias con Yo soy ratón, su álter ego, que ha retomado la canción protesta de los cantautores de los años ’60 y ’70 para recoger las demandas y protestas de una infancia que nunca había tenido un altavoz tan grande y divertido para sus reivindicaciones. Su primer disco, titulado precisamente Canción Protestadio a conocer entre el gran público las canciones que cantaba en petit comité para los alumnos de la Escuela Infantil Reggio de Madrid en la que trabajaba. El segundo, No soy un muñecole ha consolidado como referente en el panorama musical para familias con unas letras en las que los niños se ven representados y que invitan a la reflexión de los padres.

“Al principio tenía mis dudas sobre cómo reaccionarían algunos padres y madres al escuchar algunas de las letras como, por ejemplo, la de Canción protesta de mi primer disco. Pensé que algunos se podrían molestar, sentirse juzgados”, reconoce. El tiempo le ha demostrado que no, que los padres (mayoritariamente) no tenemos problema en reírnos de nosotros mismos. Y tampoco en aceptar nuestros errores con el objetivo de ser mejores. Como el propio Manu Rubio afirma, “por nuestros hijos somos capaces de trascender a nuestro propio ego”.

Para ir entrando en calor me gustaría preguntarte cómo definiría Manu a su álter ego Yo soy ratón.
El ratón representa a un animal que puede ser entrañable a los ojos de un niño pero que, por otro lado, ningún adulto quiere ver en su cocina royendo su queso. Al principio tenía mis dudas sobre cómo reaccionarían algunos padres y madres al escuchar algunas de las letras como, por ejemplo, la de Canción protesta de mi primer disco. Pensé que algunos se podrían molestar, sentirse juzgados. Hoy por hoy creo que la mayor parte de los papás y de las mamás entienden el mensaje que hay detrás de las canciones: No somos padres perfectos, cometemos muchos errores, pero no hay que instalarse en ellos sino que hay que intentar ajustarse a las necesidades reales de nuestros hijos, ir más allá de nosotros mismos.

Yo soy muy fan tuyo. A mí precisamente me conquistaste directamente con el título de tu primer disco: Canción protesta. Es en sí mismo una declaración de intenciones, pero también me da la sensación de que pone nombre a un estilo musical muy propio. No sé qué piensas tú.
Totalmente. El proceso fue el siguiente: primero se me ocurrió una letra a la que llamé Canción protesta y enseguida me di cuenta de que tenía mucho gancho como para ser el título del disco, así que a medida que iba componiendo más canciones, veía que canción protesta infantil realmente iba a ser un estilo musical propio.

Te dejaba caer la anterior idea porque incluso tu segundo disco, No soy un muñeco, es también canción protesta. Canciones como la que da título al disco, Acabo de nacer o Comida recogen “protestas” que bien podrían hacer los niños. Diría que detrás de las letras hay mucha empatía, mucho ponerse en la piel de los niños.
En el segundo disco he querido seguir la línea del primero y he querido llevar la canción protesta infantil a la máxima expresión. También en canciones como Hemos venido a disfrutar, Lolear, Y tú quién eres y muchas más se observa esa protesta. Y sobre lo que dices de ponerse en la piel de los niños: es precisamente lo que intento. Además, siempre compongo en primera persona para llegar directamente a la emoción del oyente, ya sean niños o adultos. De esta forma, los pequeños ven reflejadas sus emociones y para los adultos es más fácil ponerse en el lugar del niño.

¿Y qué influye más en esa capacidad de empatizar con los niños: tu papel como Manu Rubio padre o tu trabajo en la Escuela Reggio Emilia, una pedagogía tan proactiva en el respeto a las necesidades de los niños?
Cuando saqué el primer disco aún no era padre, pero sí que trabajaba en la escuela Reggio a la vez que me formaba como psicomotricista. En el segundo disco es más evidente que soy padre. Se nota por ejemplo en canciones como Ahora que duermes, que habla de las diferentes entre lo que planeamos hacer cuando nuestros hijos se queden dormidos: leer, darte un baño o no hacer nada; y lo que realmente acabamos haciendo: las cosas de la casa, trabajo atrasado… Pero no creas que yo soy míster empatía 2019. Como sabes, la paternidad te va poniendo nuevas pruebas a medida que los hijos crecen. Situaciones en las que nunca te has visto antes. Y te enfrentas a ellas, muchas veces improvisando. A veces te sale bien, otras te quedas sin recursos y otras dices !pero qué he hecho¡. Yo intento tomar nota mental de lo que funciona y de lo que no y aprender de los errores, pero soy consciente de que es imposible estar siempre acertado, saber siempre qué decir y qué hacer.

“La paternidad te va poniendo nuevas pruebas a medida que los hijos crecen y te enfrentas a ellas, muchas veces, improvisando”

Cuentas que un niño con tres años, al escuchar el tema Canción protesta, que habla, entre otras cosas, sobre la adaptación a la escuela, le dijo a su padre: “escucha papá, así es como me siento yo”. Eso debe ser lo máximo cuando uno intenta ponerse en sus canciones en la piel de los peques, ¿no?
Bueno, eso fue lo más. De verdad que agradezco muchísimo a los padres que me cuenten esas anécdotas porque al final es mi forma de comprobar que lo que un día imaginé realmente funciona. Y tengo la misma sensación cuando algunos padres me dicen cosas como: “escuchar tu música me ha hecho reflexionar” o “tus canciones me han dado una buena colleja”. Comentarios como estos me han hecho constatar lo que antes sólo quería creer: que por nuestros hijos somos capaces de trascender a nuestro propio ego, de reconocer que podemos cambiar comportamientos heredados de nuestros padres y profesores. Empezando por el modo en que hablamos a los niños y las niñas, así como por la costumbre de ridiculizarlos al compararlos con otros niños, de pedirles que compartan cuando aún no están preparados para hacerlo, de educarlos en la competitividad máxima, de querer que aprendan a toda costa y cuanto antes porque “ los tres primeros años son esponjas”. Mirta Chokler calificó esto como “terrorismo infantil” y no puedo estar más de acuerdo. El caso es que a la mayoría nos han tratado así, es cierto. Pero lo que quizás en la época de nuestros padres tenía sentido, yo no lo quiero para mi hija. Yo lucho cada día contra ese lado oscuro. Es difícil y en ocasiones me sorprendo a mí mismo haciendo lo contrario a lo que propongo en mis canciones. Pero he conseguido cambiar muchas cosas también. Poquito a poquito. Como te digo, no se trata de ser perfecto, sino de intentar ajustarse más a las necesidades de nuestros hijos.

Me ha encantado esa reflexión final. Y tu respuesta me viene que ni pintada para la siguiente pregunta, porque los padres también deberíamos sentirnos interpelados por tus canciones, porque de alguna forma también van dirigidas a nosotros. O así lo veo yo.
Cuando yo compongo siempre tengo en mente una canción de la que toda la familia pueda sacar partido. Quiero decir, que los pequeños lleguen a ver reflejado su mundo interno y que, a su vez, haga reflexionar a los padres. Te voy a poner un ejemplo concreto: al escuchar la canción Hemos venido a disfrutar, del segundo disco, un niño puede verse reflejado a sí mismo en una situación en la que sus padres le piden hacer algo en público que no quiere hacer como bailar, cantar, besar a la vecina de turno en el ascensor… Y en esa misma canción, un padre o una madre es invitado a reflexionar sobre si esa presión sobre su hijo tiene realmente sentido.

“Por nuestros hijos somos capaces de trascender a nuestro propio ego, de reconocer que podemos cambiar comportamientos heredados de nuestros padres y profesores”

Y hablando de padres, un mensaje de padre a padre (y seguro que soy portavoz de muchos): Gracias, Manu y gracias, Yo soy ratón. Se las di también, salvando las distancias, a los chicos de la Billy Boom Band. No sé si sois conscientes, pero nos habéis salvado de Los Cantajuegos…
(Risas) También nos hemos salvado a nosotros mismos de Los Cantajuegos. Y afortunadamente cada vez hay más proyectos musicales chulos y más familias que no se conforman con la cantinela de siempre. A ver, que conste que yo no estoy en contra de Los Cantajuegos, tiene que haber de todo, el puro entretenimiento también tiene su sitio, lo que no veo es que lo acapare todo.

Mi hijo es muy pequeño aún y ni se ha lanzado a hablar, pero mi hija de cinco años igual canta una canción tuya, que una de la Billy Boom Band, que una de Iván Ferreiro, Los Planetas, Enrique Bunbury o Quique González. ¿Por qué nos cuesta creer que a los niños les vaya a gustar nuestra música y acabamos siempre recurriendo a Soy una taza o ahora a Suéltalo?
Un niño de Bombai escucha y aprende a apreciar la música de la India con toda su complejidad rítmica y melódica. Lo mismo pasa con los niños gitanos y el flamenco y en otras muchas culturas. Digo esto porque, en mi opinión, demuestra que el límite no está en ellos, sino que se lo estamos imponemos nosotros, los padres y madres, porque no les ofrecemos otra música más que la tradicionalmente infantil.

No sé si detrás de Yo Soy Ratón hay también una inquietud y unas ganas de demostrar que se puede hacer música para familias enteras (no solo para niños, que muchas veces parece que musicalmente se les trate como seres inferiores).
Claro. Es que yo no quiero que mi música suene en la parte de atrás del coche, yo quiero que suene en todo el coche. Además, no sería capaz de componer una canción que no me guste a mí mismo como adulto.

“El límite no está en ellos, sino que se lo estamos imponemos nosotros, los padres y madres, porque no les ofrecemos otra música más que la tradicionalmente infantil”

Para terminar voy a hacerte una confesión. En casa, con mis hijos, la canción estrella, como no podía ser de otra forma, es Caca, que cantamos a voz en grito en la ducha, en el coche o donde nos pille. Es que tiene lo tiene todo: un ritmo espectacular, letra divertida y escatológica, y a mí, personalmente, me hace volver a ser niño… Imagino que le pasará a muchos niños (y a muchos padres), ¿no? ¿no? ¿no?
Es verdad que esta canción resuena en niños y adultos y, aunque la canto en clave de humor, el control de esfínteres es un tema muy delicado que marca un antes y un después en la familia. El mensaje de la canción invita a los adultos a esperar a que el niño esté preparado para quitarse el pañal. Pero soy consciente de que llega septiembre y en muchos coles no cambian pañales, aunque tu hijo tenga aún dos años y cumpla los tres en diciembre.

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