
“Qué suerte tenéis de que vuestra hija coma tanta fruta”
“Qué suerte que vuestra hija coma tanta fruta”, nos dicen a menudo, como si el amor de Mara por ellas fuese fruto del azar divino, el beneplácito de unos dioses a los que debemos agradecer su bondad como el que implora lluvia en tiempos de sequía.