Y así, de repente, como sucede todo en nuestras vidas desde que Maramoto llegó al mundo, entramos en una nueva fase de la pa(ma)ternidad. Cuando nos creíamos que tras 21 meses de tira y afloja habíamos logrado una cierta estabilidad, la pequeña saltamontes decidió que le aburría la rutina y que había que dar una nueva vuelta de tuerca a nuestro día a día, que las cosas fáciles y apacibles no molan.
Y así, en plenas vacaciones, fue cómo entramos en la fase del “mía, mía, mía”, también conocida como la etapa de la independencia y la reafirmación personal o la fase en la que Mara decidió hacerlo todo ella solita, sin ayuda de sus padres. Este verano nuestra pequeña saltamontes nos ha querido decir que ella ya es capaz de hacer muchas cosas sola. O al menos de intentar hacerlas. Y a tesón y perseverancia no le gana nadie. Diría, sin miedo a equivocarme, que a carácter tampoco…
Y oigan, nosotros encantados de verla tan independiente y autónoma, de que quiera medir ella sus posibilidades y ponerse retos diarios, pero hay veces en que las situaciones son más peligrosas y no se le puede dejar hacer sola. O sí, pero bajo una supervisión más estrecha. A raíz de esto hemos tenido durante estas tres semanas de vacaciones consecuencias de dos tipos:
Rabietas
“Esto papá, esto Mamá, esto Mara”, repite una y otra vez nuestra pequeña saltamontes, ya sea para repartir objetos o para colocarnos cuando asume su papel de directora de cine y nos convierte en figurantes. Y si dice “esto Mara”, es que esto es de Mara o lo hace Mara. Y no hay más que hablar. No entender, en un principio, esta nueva necesidad suya, nos ha costado más de una rabieta. Durante las vacaciones las hemos tenido de todos los colores, aunque recuerdo especialmente tres:
La primera tuvo lugar en mitad de la noche, pongamos que a las cuatro de la madrugada. Durante las últimas semanas Maramoto ha cogido la costumbre de, además de tomar teta de mamá, pedir agua cuando se despierta durante la noche. Así que ella pedía y nosotros le dábamos la botella para que bebiese. En una de esas madrugadas, sin embargo, Mara se enfadó porque su mamá le dio la botella y no dejó que fuese ella misma quien la cogiese. Os puedo asegurar, sin exagerar, que estuvo media hora llorando con rabia, inconsolable. Fue tremendo. Desde entonces, como ya hemos captado el mensaje y hemos entendido su necesidad, es ella la que se pone de pie en la cama, coge la botella del cabecero, bebe y se vuelve a tumbar a dormir.
La segunda se ha repetido con bastante asiduidad durante las vacaciones. A Mara le chiflan los escalones, así que si va en brazos, en cuanto ve unos pide bajar para subirlos ella. A veces, si va más despistada, cuando se da cuenta ya estamos a mitad de escalera. Y entonces se enfada porque claro, ella no ha subido los primeros seis escalones o el primer tramo de escaleras mecánicas. Así que para calmarla, para saciar sus ansias de hacerlo todo ella, toca volver a bajar para volver a subir. Con esta pequeña acción que no nos lleva más de 20 segundos hemos conseguido acabar con las rabietas vinculadas a los escalones.
La tercera también ha tenido varias réplicas, aunque la rabieta más fuerte tuvo lugar la primera vez. Estábamos en Valencia e íbamos a pasar el día en el Oceanográfico, felices como una perdiz porque Mara ya fluía en el coche. De repente, sin embargo, tal y como la subimos al coche, rompió a llorar. No entendiamos nada. A los 200 metros tuvimos que parar. Entonces entendimos que lo que pasaba es que ella quería subirse y atarse el cinturón sola. Tremendo. Desde entonces para subirla al coche tenemos que armarnos de paciencia e ir sin prisas, porque subirse ella sola significa que antes va a pasar por los asientos delanteros, va a tocar todos los botones del cuadro de mando del coche y luego va a pedir ir sentada en el asiento de mamá. Es la ruta que ella misma se ha marcado antes de llegar a su sillita.
Heridas de guerra
La segunda consecuencia de este ansia por hacerlo todo sola ha llegado en forma de caídas, raspones, moratones, chichones y sangre. “Herida, herida”, como dice Maramoto. El parte de guerra vacacional se alarga hasta el infinito. Mara tiene las dos piernas llenas de heridas y moratones. Más en concreto, Maramoto tiene una herida que la lleva acompañando desde hará cosa de mes y medio. Cuando parece que se le está cerrando, otra caída la reabre. Y cada vez que eso ocurre, duchar a Mara se convierte en una odisea. No quiere que le toquemos la herida. Lo normal, imagino. Lo raro es que le estamos lavando el pelo y ya está gritando “¡Herida, herida!” y derramando lágrimas. ¡Y la tiene en la rodilla! Supongo que estará poniendo en práctica aquello de “más vale prevenir que curar”.
Y ojalá lo pusiera también en práctica cuando se lanza a la aventura y saca su lado más kamikaze. No tiene miedo a nada. Hemos llegado a subir al Castelo Dos Mouros (Sintra) en un día de mucho aire que hacía que hasta a nosotros nos diese miedo subir sus escalones, y ella llorando porque no la dejábamos sola. Al resto de castillos ha subido por su propio pie y negándonos la mano, con lo que hemos tenido que ir en un sinvivir, uno por delante y otro al lado de ella, para evitar posibles disgustos y dar vía libre a sus ansias de independencia. Tanto riesgo, como ya os he adelantado, ha terminado en múltiples aterrizajes forzosos y en lágrimas de dolor. Pero tras los besos curativos de rigor de papá y mamá, Maramoto volvía a la acción. No existe el dolor cuando se está descubriendo el mundo y poniendo a prueba los límites.
Y vosotr@s, ¿habéis pasado ya por esta fase de reafirmación personal de nuestros bebés?
Pilar
Mi enanita de 19 meses esta igual, Leire, Leire. Ponerse sola los zapatos, querer llevar el plato a la cocina, tirar la basura, enjabonarse, quiere todo sola. Que a veces esta muy bien pero cuando no puede hacer algo se enrabieta por no conseguirlo y encima no deja que la ayudes, es para contar hasta tres .
Un papá en prácticas
El problema es cuando no pueden hacerlo o no puedes dejarle hacerlo… ¡La que se lía! 😀
Roser
Lo que el Monstruo descubrió a los 21 fue la propiedad privada (“es mío, de Aram”, dice com cara de pocos amigos ^_^).
Lo de hacer las cosas por si mismo ha sido más progresivo (antes del año ya se arrastraba por los escalones él solito con mamá a la zaga, y nunca se ha caído de una escalera: hemos aprendido a confiar en él). Pero, ciertamente, cualquier intento no solicitado de ayudarle se resuelve entre llantos.
Ve preparando otra “frase de manual”, para cuando la gente se de cuenta: “tan pequeñ@ y ya manda?”. La democracia intrafamiliar (del tipo “la dejamos bajar las escaleras para que pueda subirlas enteramente sola”) está muy mal valorada en este país!
Un papá en prácticas
jajajaja No tardará en llegar esa frase de manual. O algún sucedáneo de ella 😀 ¡Os mantendré informados!
Y, además, mamá
Ay qué fase tan difícil… Mi hijo hace cosas así, pero no tan fuertes, nada comparado a esto. Me suena a un amiguito del mío, que si no toca él el botón del ascensor las lía muy grandes y ya está cruzado toda la tarde…
Es muy bueno que busquen su independencia y traten de ser todo lo autónomos posible. Estaba claro que a Mara le iba pasar, jaja. Así que nada, paciencia y más paciencia para llevarlo lo mejor posible.
Genial lo de los castillos, pues anda que no hay que subir escaleras… ufff.
Un papá en prácticas
Paciencia, Idoia. No nos queda otra. Al final no deja de ser otra fase de su maduración como persona, lo que pasa es que hay veces que uno, porque ha dormido poco y mal o por lo que sea, no tiene la paciencia suficiente… :-S ¡Un beso!
maria
Mina tiene 18 meses y todavia no llego esa fase pero miedito me da…
Un papá en prácticas
Dale tiempo, dale tiempo 😛
Raquel
Bruna con 6 meses gateaba y se iba todo lo lejos que podía, a los 9 empezó a andar… Y ahora con 18 tiene un control de su cuerpo alucinante y sus ganas de independencia son tremendas, me ha hecho reír lo de la botella de agua. Bruna quiere desenroscar el tapón y volverlo a poner ella sola… Se le cae mil veces porque no atina y claro, no se lo recojas…. Paciencia? Ufff y respecto a los moratones y chichones varios, ni os cuento, un día pensé… Nos quitan la custodia!! Pero es tan feliz bajando y subiendo (ahora sin manos) toda clase de escalón, bordillo, etc que vale la pena al 100%. Ya hemos aprendido en casa a encajar los golpes, hacer unas curas con agua fresquita y besos y seguir adelante. Me ha encantado el post! No siempre comento pero todos me gustan!! Y felicidades por los dos años!
Un papá en prácticas
jajajaja Anda que no hemos pensado veces nosotros lo de que nos quitan la custodia como le vean esas piernas llenas de moratones… 😀 ¡Gracias por tus palabras, Raquel! ¡Un besote!
Vanessa
Cuando leo tu post me da la sensación que hablas de mi hija (23 meses)
La rabieta del agua por la noche la tuvimos hace un mes por darle la botella de agua con el tapón abierto. A esas horas de la noche no piensas lo que haces pero ellas sí están atentas.
Dudaba si Claudia era un bebe o niña de alta demanda hasta que leí tus pista. Ahora no tengo la menor duda, lo es.
Un papá en prácticas
Veo que lo de la botella de agua no es una exclusiva nuestra. Y casi que me alegro. Así me siento más comprendido 🙂 ¡Un beso, Vanessa!
Madreyautonoma
Jajaja, M lleva semanas igual, salvo por lo de las caídas. Por aquí le llamamos Don Prudencio porque no veas el cuidado con el que va, para gran alivio nuestro. Una de las cosas que hicimos nosotros para eliminar los enfados a la hora de comer fue el quitar la barrera de seguridad de la trona y ahora es él el que sube y baja cuando quiere y debido a eso, está más tiempo sentado.
Un papá en prácticas
La trona desapareció de nuestras vidas hace meses. Mara quiere sentarse en los taburetes, como nosotros. Y de ahí se sube y se baja sin parar. Porque ya sabes, quieta ni durmiendo… 😛
Bichilla
Buf, Nora está igual! Yo lo achaco a su carácter, que tiene mucho! 😉 Aparte de que están en esa fase, claro. Lo de retroceder para hacer alguna cosa que no ha hecho ella solita es algo cotidiano en nuestra casa. Entra en barrena en un segundo, llorando, gritando… y te das cuenta de que lo que quería era coger ella ese muñeco que se había caido y que tú, inocentemente, habías recogido casi de paso, de la que ibas a la cocina. O ver que no puede subir un escalón y ayudarla alzándola un segundito y PUM! A llorar y soltar un berrido! Y entonces hay que bajarla, colocarla EXACTAMENTE en la misma posición en la que estaba, colocarte tú EXACTAMENTE en el mismo lugar también, y dejar que lo suba ella… Las primeras veces flipábamos, ahora como dices algunas rabietas ya las cortamos en seco porque nos damos cuenta antes. Es un poco como retroceder en el tiempo, si lo piensas es casi hacer magia, jajaja!
Desde luego nos ayudan a ejercitar la paciencia! 😉
Un papá en prácticas
La experiencia ayuda, ¿verdad? Y la paciencia, por supuesto. Porque de paciencia vamos sobrados a estas alturas de la película 😀 ¡Ánimo!
Noemi
Hola!
Yo también soy valenciana, y en la visita a los yayos este verano fuimos al oceanógráfico…Dídac no consintió en ningún momento que le cogieramos de la mano. Fue una de las salidas más agotadoras, solo quería correr y correr y correr y como Mara, subir escalones. En los lugares donde se concentraba mucha gente, lo cogíamos y era una lucha de lloros, estirones, incluso cabezazos…a eso añadir que Dídac es un enamorado de los animales, e intentaba colarse por las barreras de seguridad para meterse con patos, y focas, eso nos costó rabietas de casi una hora. Nuestra visita fue corta.
Dídac odia el carrito,hemos optado por dejarlo en casa, es misión imposible. Él va andando a todos lados, sea cual sea la distancia que vayamos a recorrer,y por supuesto no quiere ir cogido de nuestras manos. Es incansable.
Para comer, si no le dejamos que lleve él su vasito, plato, y cubierto, lo lanza al suelo y ese día no come, sin más, por sus narices que no come.
Y de madrugada nos pide siempre un vaso de leche o un zumo. Como se nos ocurra cometer el error de intentar ayudarlo, deja de beber e intenta estampar el vaso de la rabia. Y ya no te digo nada si es su padre el que le trae el vaso y no yo…ahí se niega desde el principio!
En fin, esperamos ansiosamente el día ” del gran cambio” jejeje
Un saludote!!
Un papá en prácticas
Ay, no me cansaré de decirte lo que me gusta el nombre de Didac! Esa sensación que dices del Oceanográfico la tenemos nosotros siempre que volvemos a casa de cualquier salida. Llegamos agotados, sin fuerzas ni energías para nada. Estos peques nos las absorven todas! Un abrazo grande, Noemí!
Noemi
Muchas gracias! Te diré algo curioso, si Dídac hubiese sido una niña se hubiera llamado ” Mara” jejeje.
Un papá en prácticas
Ay, yo si tuviera un hijo me encantará llamarlo Didac, pero la mamá jefa no está por la labor. Se nota que no es valenciana… 😛
Noemi
Jajajaja
Monica Galilea
Buenos días!
Me identifico muchisimo en la mayoría de berrinches jejeje que tendrán las escaleras q los atrae tanto??
En nuestro caso el agua en el cabezal es imprescindible desde que empezó a hacer tanto calor en julio, Emma también se levanta, la coge, bebe y la vuelve a dejar.
Y la herida de la rodilla… en nuestro caso llamada “pupa” o mejor dicho “PUPAAAAA NOOOOOOO” y pobre del q intente desinfectarla… la cristalmina en spray, a distancia y a traición cuando no se lo espera!
Lo q peor lleva Emma es las escaleras mecánicas y saltar en el momento correcto, pero pobre de ti q tires de ella… y sí, también hemos tenido q bajar y volver a subir…
Eso sí, las vacaciones le han sentado de maravilla, los viajes en coche (gracias a Frozen) han mejorado mucho, y hasta diría q le va mejorando el carácter… poco a poco eso sí.
Un papá en prácticas
Unas cosas mejoran y otras se vuelven más difíciles, pero sí, en general la sensación es de mejoría. Y cómo se agradece, ¿verdad? Eso sí, en rabietas vamos a tener un máster, Mónica 😛
Carmen
Madre mía!! hacía mucho que no comentaba ninguna entrada pero te sigo desde que nació mi hijo (también bebé de alta demanda) y veo que sigue los mismos pasos que Mara jajajajaj y eso que ahora tiene 17 meses así que mejor me voy preparando para lo que se nos avecina….Andrés caminó con 10 meses, lo del tema de los escalones lo conozco de primera mano y ya más o menos lo dominamos pero lo que me da una envidia insana es el tema del coche. No somos capaces de que aguante ni diez minutos sentado….Por lo demás todas las reacciones son muy similares a las que tiene mi hijo aunque me choca que lo haga tan pronto, todavía no tiene el año y medio….en fin creo que nos queda tela marinera, habrá que armarse de paciencia. Un saludo!!!!
Un papá en prácticas
Estos niños son todos unas réplicas unos de otros. Mara con los escalones lo lleva haciendo desde hace muuucho meses, pero los berrinches de ahora son más fuertes. Imagino que porque es más mayor y tiene más fuerza. No sé, pero la verdad es que tenemos cada uno de aquí te espero. Por tranquilizarte te diré que Maramoto ha empezado a aceptar el coche con veinte meses. Tampoco es que ame ir sentada, pero al menos ya no nos monta los líos de antes. Y algo es algo 😀 ¡Un abrazo!