La crianza de un bebé está llena de lugares comunes. Frases hechas que a base de repetirlas se han convertido en dogmas. Pautas de comportamiento establecidas por supuestos especialistas que años más tarde se retractan de ellas (A buenas horas, Doctor Stivill). Creencias que calan entre la población y que luego son muy difíciles de erradicar. Hace falta mucha pedagogía para hacer cambiar estos conceptos interiorizados entre las personas que te rodean (qué decir entre la población en general). También mucha paciencia para escuchar una y mil veces las mismas frases y, cansado ya de argumentar tus convicciones, darle la razón a todo el mundo. Aunque sólo sea para que se callen. Al final cada uno hace lo que considera más apropiado (y eso hay que respetarlo). Nosotros, sin ir más lejos, nos hemos rebelado contra algunos de estos lugares comunes. Creencias que consideramos respetables pero a las que nos oponemos. Las iré exponiendo una a una en futuras actualizaciones. Empezaremos por el colecho.
“¿Qué dices? ¿Que Mara duerme con vosotros? Acostumbrarla ahora así, que veremos quién la saca luego de vuestra la cama”
He perdido la cuenta de las veces que hemos escuchado ya (en sus diferentes versiones) esta frase. Éste lugar común. El responsable de su implantación es el Doctor Eduard Estivill. Según él, a los niños hay que dejarlos en su cuna. Y mejor aún si es en una habitación separada. Si el bebé llora hay que hacer oídos sordos. Ya se cansará y se dormirá. Hace poco ese mismo doctor ha reconocido que su teoría no es válida para niños menores de tres años. Antes, esa sensación de indefensión y soledad puede crear traumas en los bebés y fomentar en ellos actitudes propias de niños inseguros y miedosos. La pena es que esa marcha atrás en su teoría tardará en llegar a muchos padres. Y a todo el entorno de esos padres.
Mara duerme con nosotros. Desde su primer día de vida. Compramos una minicuna cuando Diana estaba embarazada un poco porque era lo que había que hacer. Esas cosas que nos pasan a los padres primerizos. El mueble sigue esperando que su dueña duerma en ella. El problema es que la pequeña parece tener alergia a esa mini cárcel con rejas y balancín. Y sus padres creen que dormir los tres juntos es lo mejor y lo más cómodo para todos. Mara, que al principio se solía dormir sobre mi pecho, duerme más tranquila sintiendo cerca a sus papás. Su mamá no se tiene que levantar de la cama cada vez que le toque dar el pecho. Basta con subir un poco la camiseta y la peque come y, cuando termina, se duerme. Algo que también hace la mamá. A veces incluso mientras Mara sigue comiendo. El papá, por su parte, descansa de forma más que aceptable todas las noches para afrontar con fuerzas los agotadores días de trabajo y, cuando se levanta, tiene a su bebé al lado. ¿Puede existir un despertar más maravilloso? Tal vez se os ocurra alguno, pero dudo que sea en esta vida.
La teoría del Dr. Stivill ha desvariado en la creencia de que si los bebés se acostumbran a dormir con sus padres, luego ya no habrá manera de cambiar esa rutina. A mis 29 años, puedo decir que no he conocido a nadie que a los 8 o 10 años siga durmiendo con sus padres. Si que he conocido, sin embargo, a niños que con 10 años (y alguno más, si no recuerdo mal) se seguían tomando la leche (¡Incluso el Colacao!) con biberón. Y nadie ha puesto el grito en el cielo contra ese instrumento del diablo.
Una mañana de domingo, viendo ese mítico programa de La Sexta titulado “¡Vaya casas!”, un reconocido arquitecto e interiorista decía que siempre recomendaba a sus clientes poner la habitación de sus hijos lo más lejos posible de las suyas. Para que no les molestaran por la noche. Luego cuando fue papá, comprobó que su mujer (él pasaba de todo) se pasaba más tiempo durmiendo junto a su hijo que compartiendo cama con él. Ahora recomienda que las habitaciones de padres e hijos estén pared con pared. Aunque sigue sin ver a su mujer por la noche. Quizás algún día se le encienda la luz y vea las ventajas de ese ‘mal’ llamado colecho.
¡Mama qué sabe!
La verdad es que soy de las que me quedo con lo bueno de cada corriente, con lo cual, desecho lo que no se aplica a mi familia, y por ende suelo leer de todo sin tomarme nada a dogma… Simplemente mezclo lógica y emoción y hago un batiburrillo esclusivo.
Mientras veamos a nuestros hijos crecer saludablemente, las circunstancias se habrán adaptado a ellos de forma genial. Seguro que estáis haciendo lo mejor para Mara y vosotros, y eso es lo importante. Pero doy fe de que otras posibilidades de descanso también contribuyen al desarrollo de niños felices. Quizá el cómo no es tan importante. Quizá es la satisfacción de sus demandas y no tanto el instrumento… quizás! 😉
¡Mama qué sabe!
Me duele esa errata… exclusivo! Un S3 y dedos de no pianista…
Un Papá en Prácticas
Estoy contigo. Creo que el concepto de “lo mejor” puede ser muy diferente para cada persona/familia. Lo importante es hacer lo que mejor y más feliz haga sentir a cada uno. Y, por supuesto, sin que falte esa dosis de emoción. Al final los resultados se suelen encontrar lejos de los extremos (De ahí mi crítica a este y otros lugares comunes tan arraigados).
PD: Te perdono, a ti ‘en exclusiva’, esa errata tan propia de teclado de aparato móvil 😛 Y disculpa las mías, si las hay, que también estoy tirando de smartphone 😉
x
El doctor mentado da la casualidad de que toca de oido (no es padre). Mi hijo estuvo durmiendo con nosotros hasta que el mismo dijo que queria su cama y no está (demasiado) malcriado. Ni caso, a disfrutar que crecen muy deprisa. Ah y felicidades atrasadas desde tu antiguo lugar de trabajo.
un abrazo
Un Papá en Prácticas
En eso estamos. Disfrutando y desobedeciendo las consignas del doctor Stivill. Por cierto, ahora no me puedes dejar así. ¡Ponte nombre! ¿Quién eres? 😉 ¡Gracias por el comentario!
Roser
^_^
Por cierto, el doctor de marras se llama Estivill, no Stivill. No sé si le has rebautizado a posta o por error, pero… es catalán (mal que me pese), no inglés.
Un Papá en Prácticas
Buenos días, Roser! El nombre lo he puesto mal por error. Lo que desconocía era que fuese catalán! Su teoría me parecía más propia de algún anglosajón! Gracias por la info!
Roser
En realidad en el resto del mundo sus teorías son conocidas con otro nombre: método Ferber. Y es que sus ideas no son suyas: aparecen en montones de libros a lo largo del s. XX.
Si te interesa, te recomiendo el libro “Dormir sin lágrimas”, de Rosa Jové: explica como evoluciona el sueño de los niños y desmonta la teoría de Ferber-Estivill. A mi me parece lo suficientemente interesante como para, habiéndomelo cogido en la biblioteca, haber acabado comprándomelo!
Un Papá en Prácticas
Tenemos fichado ese libro que me comentas desde hace unas semanas. Vimos que se acercaba mucho más a nuestro ideal que las teorías del señor Estivill y antecesores 😉 ¡Te puedo garantizar que caerá!
X
Si te dejo una X ¿quién crees que soy? …Ximo… ETSE-UV. Un abrazo
Un Papá en Prácticas
Me lo había imaginado, pero quería que dieses la cara 🙂 ¡Un fuerte abrazo, sillero! Y recuerdos para toda la tropa de la ETSE. Un placer saber que sigues mis andanzas!