
Hoy, en libros para padres con ojeras que leen cuando y como pueden, os traigo ‘En cinco minutos levántante María’, la novela con la que el argentino Pablo Ramos se asoma a la maternidad de la mano de María, una mujer cuya edad desconocemos, pero que intuimos que roza o sobrepasa los sesenta, esa edad en la que uno, con más vivido que por vivir, echa la vista atrás y empieza a hacer balance de lo que fue y de lo que es, de los sueños que se quedaron por el camino sepultados por una realidad aliada con la rutina que se empeña en no dar su brazo a torcer.
Ni siquiera ante una mujer como ella, que desvelada antes de que suene el despertador, con su marido, que le hace dormir siempre con la radio puesta, roncando a pierna suelta, decide que hoy es el día en el que se levanta para cambiar las cosas.
Quizás por ello se da cinco minutos más para estirar las piernas y desperezar la mente. Para coger fuerzas y cargarse de valentía. Cinco minutos, o veinte, quién sabe, que se convierten en un maravilloso monólogo interior, en una conversación consigo misma, en un viaje por momentos que marcaron su vida, en una vorágine de pensamientos en apariencia dispares pero siempre coherentes que nos dibujan a una madre luchadora y conciliadora, sostén de una familia marcada por la humildad, las drogas, la desestructuración y la oscuridad de una habitación sin ventanas.
Con esta novela corta pero intensa, no pensada para llevar a la playa (en palabras del propio escritor) por su complejidad y por implicar al lector más allá del mero entretenimiento, Pablo Ramos cierra su trilogía sobre Gabriel Reyes, el hijo de María, un tipo devastado por el alcohol y las drogas, dado a elegir siempre el lado más salvaje de la vida, que en esta entrega nos es mostrado desde el retrovisor de su madre, a través de la mirada de una mujer que lo quiere, lo sufre y siente una especial devoción por él. Quizás por su tendencia a lanzarse al abismo sin paracaídas. Quizás porque con Gabriel todo empezó a ir mal desde el momento en el que su carácter chocó con el de su padre y entre ambos se levantó una muralla de hielo que ni el cálido verano porteño logró nunca derretir:
“Y sin embargo, eso: odiabas a este hombre, justo al hombre que no podías odiar. Si un hijo no encuentra los valores en su padre se convierte poco a poco en un hombre vulnerable, en un infeliz, en un paria”.
Con la única compañía de la luz de una luciérnaga que se golpea contra la madera, con su marido dormido y ausente, como ha estado gran parte de su vida, María nos relata en esta breve novela la vida de una madre que podría ser cualquier madre, de una mujer que se pregunta “¿por qué nacemos predestinados a perseguir una felicidad que vive siempre donde nosotros no estamos?”, de una ya abuela que se sigue desviviendo por los suyos, intentando tender puentes entre los polos de una familia que desintegra; de una señora lúcida y crítica con el capitalismo (“mientras el pájaro confía en que la rama va a sostenerlo, nosotros seguimos comprando confianza con tarjeta de crédito, pagándola por mes, sintiéndonos cada vez más insatisfechos, más indefensos”) que aún hoy añora cada día a quienes de alguna forma u otra marcaron para siempre una vida que seguramente no es la que soñó, pero sí la que le tocó en suerte en ese siempre imprevisible sorteo cuya mano inocente es el destino.
*Artículo publicado originalmente en el tercer número de Madresfera Magazine.
Cris
Me han impresionado todas y cada una de las citas que has incluido en el post… Espero poder leerlo algún día porque estoy segura de que me encantaría… Gracias por la recomendación, Adrián!
Bea
Qué interesante y original. Gracias
javier
Muy original!! Gracias por la recomendación.