Uno de los placeres que uno pierde al convertirse en padre es el de la lectura. Sobre todo si trabaja en casa y no coge el metro. Inevitablemente se lee menos y, cuando se hace, uno cae rendido tras pasar 10 páginas (cuando no dos). A veces haces el esfuerzo de leer otras diez páginas más, en un pulso casi suicida contra el sueño. Y si no doblas el brazo, si consigues mantener abiertos unos párpados que pesan como la compra del mes, puedes llegar a creer que lo has ganado. Hasta que al día siguiente amanece y no recuerdas qué has leído la noche anterior y comprendes que el cansancio siempre vence. Siempre. En esa coyuntura adquiere más importancia si cabe la elección del libro. Hacía mucho que ninguno me enganchaba y me gustaba de la forma en que lo ha hecho ‘La uruguaya’ (Libros del Asteroide), del argentino Pedro Mairal.

He devorado literalmente las 142 páginas del libro porque una vez entrado en materia me fue imposible dejar olvidado sobre la mesita de noche a Lucas Pereyra, el escritor argentino protagonista de la novela, un tipo que acaba de entrar en los cuarenta, casado y con un hijo pequeño, que viaja de Buenos Aires a Montevideo para cobrar el pago por unos libros que aún tiene pendiente escribir… y para encontrarse con una joven veinteañera uruguaya a la que conoció meses antes, en un evento literario, y de la que quedó irremediablemente enganchado (“Cuando dos personas se atraen, una extraña telekinesis abre entre ellos un camino que aparta todos los obstaculos. Así de cursi es nomás. Se hacen a un lado las montañas”).

El libro narra un día, un sólo día en la vida de Lucas Pereyra, el de ese viaje entre Buenos Aires y Montevideo que la cambiará para siempre. Y es una especie de explicación en primera persona que el protagonista escribe para su mujer, a la que se dirige directamente a menudo en su narración. Y quizás para él mismo, para entender un desenlace que estaba escrito mucho antes de que él iniciase su caótica huida hacia delante, hacia ningún lugar, en su búsqueda del deseo perdido, de la aventura, de la vida.

Es ‘La uruguaya’ una breve pero intensa novela, llena de brillantes reflexiones, sobre la dureza de la paternidad (“Vos sabés que lo adoro a mi hijo. Lo quiero más que a nadie en el mundo. Pero a veces me agota, no tanto él sino mi constante preocupación por él. A veces pienso que no tendría que haber tenido un hijo a esta edad. Es horrendo pensarlo, pero se me llenó la vida con un miedo que antes no tenía, miedo de que me pase algo y se quede huérfano, que le pase algo a él, que te pase algo a vos. Es una nueva fragilidad, un lado vulnerable que no conocía”); sobre el brutal cambio que ésta supone para una pareja; sobre el poso que el paso del tiempo va dejando en la misma, sobre los amores que se estancan en un rutina convertida en crisis perpetua; una novela que sin renunciar al humor, a reírse de uno mismo, ahonda en los miedos, las culpas y los anhelos de su protagonista, que serán los de muchos. Una breve historia que uno desearía que no acabase nunca porque acaba cogiendo cariño a su protagonista, un tipo totalmente desorientado que sin saberlo busca la forma de reencontrarse consigo mismo… aunque eso suponga tener que saborear las amargas mieles de una derrota que en cierto modo es también una victoria.

Desde ‘El padre infiel’, también publicado por Libros del Asteroide, no me gustaba tanto un libro con la paternidad como telón de fondo. Canela fina.