
Hay una librería infantil de Madrid, La mar de letras, que nos tiene ganados. Por ese ambiente tan especial que han creado en su pequeño establecimiento con sótano, por la cantidad de referencias que tienen, porque entras allí y te dan ganas de tumbarte en el suelo con tu hija a leer, y porque siempre que hemos ido nos han atendido con mucha amabilidad y nos han hecho interesantes y acertadas recomendaciones. El post de hoy es un buen ejemplo, porque ‘La casa de Tomasa’, escrito en 2005 por Phyllis Root e ilustrado por Delphine Durand, lleva ya unos meses entre los favoritos de la pequeña saltamontes. E imagino que de muchos otros niños, porque en abril salió al mercado la décima edición. Que se dice pronto.
Y es que este libro publicado en España por Edelvives tiene todos los ingredientes para atrapar a los peques: una protagonista simpática y con carisma, una historia acumulativa, graciosa, ágil y escrita en rima, y, sobre todo, una invitación a descubrir e investigar en forma de ventanas que se abren y tras las que se esconden los múltiples personajes que se van sumando en cada página a la historia.
Porque sí, la buena de Tomasa se hizo una casa en un rato para ella y su gato, pero luego llegaron Juanito Glotón, la abuela Rosario y la pastora Aleja, entre muchos otros, y empezaron a demandar su espacio, de forma que la protagonista, una crack de la construcción que ríete tú de la burbuja inmobiliaria, empezó a crear habitaciones a partir de su pequeña casa inicial para dar cobijo a todos y cada uno de los nuevos inquilinos. Hasta que la cosa se le fue de madre y acabó quedándose sin sitio para ella (genial el desplegable), problema al que encuentra solución en el pop up que cierra el álbum ilustrado.
Si os soy sincero, a simple vista ‘La casa de Tomasa’ hubiese sido un libro que jamás hubiese comprado, pero la mamá jefa y servidor nos dejamos guiar por la librera y por el ímpetu de Mara, que lo cogió entre sus manos en cuanto le dijeron que estaba muy chulo. Y fue un acierto desde el minuto uno. Más de una vez (y de dos) hemos pillado a Maramoto ella solita con el libro entre las manos, abriendo ventanas y buscando a los protagonistas de la historia. Luego, por el contrario, no es de los que suele elegir para que le contemos, así que mi sensación es que es uno de esos libros que invitan a los niños a explorarlos solos.
Muy recomendable. Tanto como que os fiéis de la librera si algún día os pasáis por La mar de letras 😉