
Maramoto lleva muy mal las despedidas. Es algo que ya nos quedó claro hace algunos meses pero que se ha acentuado con el paso del tiempo hasta el punto de convertirse en un drama diario en el que nuestra pequeña saltamontes se deja más lágrimas que toda una sala de cine viendo Los puentes de Madison. Cada vez que quedamos con otra familia que tiene hijos o que bajamos al parque sabemos de antemano que nuestro regreso a casa va a estar bañado por un mar de lágrimas. Y no, no porque Mara no quiera volver a casa, que también, sino porque volver a casa significa despedirse de los nuevos amigos que ha hecho durante la tarde y que para ella se convierten ya en algo así como sus amigos de toda la vida. Mara es tan sociable y tiene tanto amor que dar que todo tiempo que pasa con otros niños le parece poco. Siempre quiere más. La mamá jefa y un servidor pensamos que nos está mandando un mensaje encriptado: “Papás, necesito un/a hermanit@”.
Me encanta bajar al parque con Mara porque la veo disfrutar. Es feliz jugando con otros niños (especialmente si éstos son más grandes). Los persigue, los coge de la mano, los abraza, intenta darles besos, busca seguir su ritmo, imitarlos. No para ni un instante. El drama empieza cuando los niños se tienen que ir o nosotros recogemos los bártulos para volver a casa. Entonces Maramoto empieza a poner pucheros y arranca a llorar. Quiere seguir jugando con ellos, no acepta que haya llegado el momento de separarse hasta el día siguiente. Aún no entiende que los va a volver a ver. Ve la despedida como algo definitivo. Hay días en los que durante el corto trayecto hasta casa logramos despistarla ofreciéndole otros puntos de interés y se olvida aparentemente del drama que acaba de vivir, pero la semana pasada vivimos su despedida más traumática hasta la fecha. No había forma de consolarla.
Estábamos sólos en el parque, Mara y yo, y entonces apareció ella. Carla. Una niña de seis añitos que adoptó a nuestra bebé como su hermana pequeña. Durante una hora no dejaron de jugar juntas ni un sólo instante. Columpio por aquí, escalera por allá, castillo de arena por allí… Y en esas llegó la hora de volver a casa. Más de media hora me costó llegar hasta nuestro portal ante lo difícil y dramático de la despedida. Cualquier diría que no se iban a ver más. Media hora después de llegar a casa, ya con la cena en la mesa, Maramoto seguía con su particular drama, llorando y gritando “Tarla, Tarla…”, que así es como llamaba ella a su amiga ante la ausencia de la “c” en su todavía pequeño vocabulario. Mientras llega esa letra, “Tarla” es Carla igual que “tata” es caca, “hortata” es horchata o “toto” es nuestro perro Coco. Me la imagino diciendo esas palabras y no puedo evitar que se me escape una sonrisa de oreja a oreja.
Hace unos días, tras otras cuantas despedidas traumáticas que acabaron en lágrimas, volvimos al parque que tenemos justo al lado de casa. Mara llevaba un buen rato jugando con otros peques con globos de agua, mojándose y llenándose de barro a partes iguales, cuando apareció Carla. Fue verla y salir pitando hacia ella. Entonces, ya de su mano, nos miró a la mamá jefa y a su papá en prácticas mientras nos señalaba a su amiga y nos decía: “Tarla, Tarla”. Estaba rebosante de felicidad. Quiero pensar que se dio cuenta de que unos días antes no la habíamos engañado cuando le dijimos que volvería a ver a Carla porque la despedida, aunque entre lágrimas como todas, no se extendió tanto como otras precedentes. Algún día, más pronto que tarde, Mara entenderá que, aunque duelan, los hasta siempre son minoría en una vida repleta de hasta luegos, hasta prontos y hasta mañanas.
Y vuestros peques, ¿llevan también mal las despedidas? ¿Se encariñan con facilidad con otros peques hasta el punto de querer irse con ellos?
Madreyautonoma
M también es muy de despedidas dramáticas, aunque ya se le va pasando. Yo creo que es su forma de expresar lo mucho que quieren a la persona que se va y lo mucho que la van a echar de menos. M se calma bastante cuando le digo esto: “la quieres mucho, verdad? Y te encanta jugar con ella, cuando volvamos a verla le daremos un beso gigante y un abrazo de oso para que lo sepa”
Un papá en prácticas
Con Mara lo que más funciona es despistarla con pájaros y aviones. Eso sí, el día más dramático de todos no había con qué despistarla… 😀
Monica Galilea
Hola!
Emma lo q lleva fatal no es la despedida, es dejar de hacer lo q está haciendo…
Sólo tienen una amiga “de verdad” y es la otra la q le dice a su madre q se vaya q se queda con nosotras jejejej (tiene 8 meses más y la verdad q se nota).
Lo q hacemos para las despedidas o para irnos del parque (o insertar cualquier otra actividad igual de divertida) es avisarla con tiempo e irle recordandoselo, es decir “dentro de un ratito nos vamos a ir a casa”, “te columpias un poco más y ya está”, “última bajada por el tobogan” y luego el “has visto q tarde?? los pajaritos ya se han ido a dormir” (este es buenísimo pq por dentro piensas como pase un pajaro lo mato xDDDD)
Por el camino si llora o protesta le decimos q volveremos mañana o la distraemos diciendole lo q vamos a hacer al llegar a casa.
Un papá en prácticas
Nuestra forma de despistarla es con aviones o pájaros. No atiende a razones de “mañana la volvemos a ver” y similares. Nos ha salido muy “sentía” la niña 😀
Carol
Pues si, a mi hija le pasa igual, es un drama irse del parque o de donde estemos y haya hecho un amiguito nuevo, eso me fascina de los peques, Emma es muy sociable como Mara y en segundos se hace super amiga de otros peques e incluso de sus padres y luego es como si fueran amigos de toda la vida. Lo bueno es que cuando empiezan a hablar más es más fácil verbalizar sus emociones, este verano ha hecho el recuento diario de sus amigos más cercanos, hablando de todos ellos y diciendo lo mucho que los echaba de menos, cada vez que hacemos algo nuevo o vamos a un sitio nuevo que le gusta nos dice que quiere enseñárselo a tal o cual amigo. Da penita que lo pasen tan mal cuando llegan las despedidas, pero también es bonito ver cómo socializan por si solos y cómo se quieren, lo abrazos y besazos a la vuelta de vacaciones con sus amigas más queridas han sido épicos ja ja. Lo que suelo hacer yo es hablar mucho con ella de sus amigos, recordar lo que han hecho durante el día y hacer planes para otros días con ellos, en plan qué te gustaría que hiciéramos mañana con X? Nos vamos a un parque nuevo con Y? Aunque claro, eso solo funciona cuando se pasa el berrinche, que está garantizado cada día. Y como te decía antes, paciencia que estás ya muy cerca de uno de los momentos de inflexión que a mi me han parecido más importantes, y es a partir más o menos de los 2 años y medio cuando ya se expresan muy bien y puedes conversar de verdad con ellos, las rabietas y las locuras siguen, pero por lo menos da la sensación de que a veces hasta puedes razonar con ellos je je. Un abrazo
Un papá en prácticas
La verdad es que con las cuatro palabras que tiene en su vocabulario ya hemos notado un cambio bestial a la hora de conversar con ella, así que imagino que pronto, cuando sea capaz de hablar más, todo mejorará bastante. Eso sí, de las rabietas no nos salva nadie… 😀 ¡Un besote!
Mamá en Bulgaria
vaya tema… Mi enano también odia las despedidas, pero sólo las mías. Si tengo que irme monta unos berrinches alucinantes. En el parque pasa olímpicamente de otros niños, no es muy sociable. Se enfada al irnos del parque pero no por despedirse de nadie, sino por abandonar un sitio que le gusta.
Lo del hermanito para Mara, vosotros sabréis jaja! Yo tardé 4 años en lanzarme, y eso que mi mayor no es AD. 🙂
Noemi
Dídac sólamente sufre como si no hubiera un mañana cuando se separa de mami(aunque sea medio segundo) En el parque se lo pasa en grande, pero a su rollo, a los niños se los mira de lejos, y si se le acercan, viene rápidamente a engancharse a la pierna de mami cual koala y a llorisquear.
Eso si, la vuelta a casa es horrorosa.
El lunes empezamos la adaptación a la guardería…y los papis ya estamos temblando!
Un papá en prácticas
Nosotros también estamos pensando en llevarla a la guarde… ¡y estamos en un sinvivir! Ay, qué duro es esto de ser padres!
Un papá en prácticas
La verdad es que Maramoto no pone fácil lo del hermanito, no… 😀
Ana NiazulitoNirosita
Nuestro Alex es igual, ahora que le encanta jugar con niños (tambien le gustan mayores jejeje) y se arrima a cualquiera luego monta pollo en las despedidas. La semana de vacaciones en la playa que cada día era un niño diferente… vaya dramas!! Pero de más pequeño lo hacía con cualquiera que le hiciese un poco tilín, menuda me lió con una cajera del mercadona a la que estuvo haciéndole monerías en los 5 minutos de su descanso y cuando se volvió la cajera para adentro vamos, ni que se hubiese ido su madre!!
Es muy intenso todo con él, aisssssss
Un papá en prácticas
Esa es la descripción perfecta, Ana. Todo es muy intenso con ellos. Y las despedidas no iban a ser menos… 😛
Noemi
Dídac sólamente sufre como si no hubiera un mañana cuando se separa de mami(aunque sea medio segundo)
En el parque se lo pasa en grande, pero a su rollo, a los niños se los mira de lejos, y si se le acercan, viene rápidamente a engancharse a la pierna de mami cual koala y a llorisquear.
Eso si, la vuelta a casa es horrorosa.
El lunes empezamos la adaptación a la guardería…y los papis ya estamos temblando!
Planeando ser padres
Definitivamente nuestras niñas son como la noche y el día. La mía es muy desapegada para todo lo humano ¡sólo tiene apegos materiales! Vamos, que en el parque ella no quiere separarse del columpio, pero a los niños les dice adiós nene y adiós nena y ya no sufre más. Con las personas no tiene problemas, ni con la abuela, ni con los tíos…
Un papá en prácticas
Esta niña te ha salido muy materialista, compañera 😛
La Hobbita
Mis sobrinos pasaron por etapas similares a los 2-3 años. Llevaban muy mal que los abuelos se fueran después de una visita. ¡Unos dramas! De la noche a la mañana se le pasaron a la primera (bien!) y empezó el segundo (jaja!) al que se le está pasando ahora. Los primos igual: el mayor está dejando de llorar ahora cuando los abus se marchan y el pequeño… mmmm… algo me dice que le toca empezar a él ahora. Y detrás vengo yo, jajaja! Pobres abuelos! 😀
Un papá en prácticas
Ay, si es que nos han salido muy sentimentales!! 😀
Aneta
Jaja Me parto, Aitana era igual. Es muy grande que sean tan sociables… Y pasionales. enhorabuena por lo que os toca.
Muack!
Un papá en prácticas
Son todo intensidad…y pasión! 😀 ¡Un besote!
Y, además, mamá
Me parece que tenéis que pedir el teléfono de la madre de Carla y quedar con ellos para ir al parque. Qué gusto lo que cuentas. Mi hijo no hace caso a los niños, prefiere jugar solo y no hace migas con ninguno. Me gustaría que lo hiciera y fuera más sociable, pero de momento no lo es, supongo que cambiará en un tiempo. De hecho, los evita y si alguno quiere con él, huye. Así que qué poco amigos iban a ser nuestros hijos, qué pena. Yo también creo que os lanza ese mensaje subliminal… 😉
Un papá en prácticas
Seguro que el pequeñajo empieza a interactuar pronto con otros peques. Lo que me cuentas del tuyo le pasa a otros muchos peques que veo en el parque. Supongo que es lo normal. De momento, por cierto, nos estamos haciendo los sordos con el mensaje… 😛
Lai - Asi piensa una mamá
Terremoto mayor es unos años mayor que Mara pero sigue teniendo un tema con las despedidas..le cuesta mucho entrar en confianza y cuando invita a amigos a casa o está en casa de alguien siempre hay morros para irse (y no te digo cuando llegan las despedidas en nuestra visita anual a Barcelona…) Ella primero se enfada..y después llega el llanto. No reconoce que le da pena, te dice que llora porque le ha entrado algo en el ojo, pero después siempre lo hablamos y nos cuenta que se le hace corto y quiere más rato de amigos
Un papá en prácticas
Ayyyy, pero que bónita la terremoto. Es que las despedidas son muy malas. Yo, sin ir más lejos, vivía en Valencia y tenía a mis abuelos en Sevilla. Cada vez que iba a verlos, a la vuelta me pasaba el viaje llorando de la pena 🙂