No sé si será cosa mía o hay algún estudio sociológico-científico que lo refrende, pero igual que aparecen decenas de mujeres embarazadas por tu barrio del día a la mañana cuando tu mujer se queda en estado, surgen también de forma espontánea en las últimas semanas del embarazo decenas de bebés recién nacidos que alimentan aún más tus ganas de papá primerizo. El clásico “yo no sé de dónde han salido tantas embarazadas” se transforma en un “pero que bonita”, “me lo como” o “qué cosita” continuo. A cada paso unos papás felices se topan contigo. Orgullosos conduciendo su carricoche y tirando mano de un perro lazarillo para no darse de bruces con una farola o tropezar en la primera acera que se crucen. Sólo tienen ojos para el interior del carrito. Al diablo las barreras arquitectónicas.
La escena, como iba diciendo, multiplica tus ganas de tener a la pequeñaja en brazos, comértela a besos y achucharla como si no hubiese mañana. También, después del décimo carrito con sus respectivos papás felices, empiezan a surgir los miedos correspondientes. Los temores de Diana supongo que serán los propios de cualquier futura madre: ¿Sabré cuidar a mi pequeña? ¿Seré una buena mamá? ¿Y si no sé o no puedo darle el pecho?…
Mi miedo es diferente. En parte porque sé que Diana va a ser la mejor mamá del mundo y una excelente jefa para el papá becario. Y en parte porque a falta de estudio que lo demuestre, las mujeres sufren una transformación al ser mamás. De repente lo saben hacer todo. Y todo bien. Como si llevasen preparándose para ello toda la vida. Y, cómo no, entre sus conocimientos más avanzados, se encuentra un repertorio inacabable de frases que nuestros padres escucharon de su madres, nosotros escuchamos de las nuestras y ahora Mara tendrá que oír de boca de Diana. Herencia frasecil, podríamos llamarla. De boca en boca y hasta la eternidad.
Hablábamos de mi miedo. Un temor diferente al de Diana. Mi peculiar terror a que Mara nazca con cara de mayor. No llevado al extremo de El curioso caso de Benjamin Button. Pero casi. ¿No os habéis fijado en esos bebés y niños que desde muy pequeño tienen ya cara de mayores, de personas adultas? “Dentro de 20 años tendrá la misma cara. Más grande quizás, pero la misma cara”, piensas al verlos. Y ellos te miran con fijeza, reflexivos, como haciendo gala de una personalidad impropia en alguien que apenas cuenta unos meses de vida. Tengo que reconocer que me dan cierto respeto. Como esos muñecos que tu madre te colaba en la habitación cuando eras pequeño y por las noches, a solas con ellos, parecían tramar el peor de los atentados contra tu persona.
Sé que es una tremenda estupidez. Pero en parte este blog fue creado con esa misión. Y no me refiero a hablar de estupideces. Escribir es la mejor terapia para combatir los miedos. Hasta los más irracionales y peculiares como éste.
PD: Mara, ni se te ocurra nacer con cara de mayor. Cara de bebé. Recuerda.
Manuela Erasun (@manuerasun)
jajaja, geniaal! es PRECIOSA!
Padre Primerizo (@padre_primerizo)
Muy bueno! y un blog muy bonito.
Enhorabuena!
Yo escribí un blog con el nacimiento de mi primera hija, pues fue el acontecimiento que más ha cambiado mi vida:
http://padreprimerizo.blogspot.com
Saludos!
acordellat
¡Muchísimas gracias! ¡Y un placer conocer tu blog! La mía aún no ha nacido (está ya en la rampa de salida), pero ya antes de hacerlo soy consciente de que va a ser un cambio radical en mi vida. Y bienvenido sea ese cambio 🙂
Un fuerte abrazo! Mola mucho encontrarse con otros papás que también fueron primerizos y escribieron su blog! 😉
A punto de ser padre
Pues yo hace un tiempo que me estoy repasando varias páginas (https://www.mibebeyyo.com/embarazo) para intentar comprender a mi mujer embarazada y tratar de prepararme un poquito. Pero me encuentro con una casi totalidad de artículos dirigidos a mujeres… A veces es difícil, pero blogs como este me alegran el día 🙂
Muchas gracias! Se agradece!