
En ‘La Uruguaya’, libro que os recomendé hace un par de semanas, Lucas Pereyra, el escritor protagonista, habla extensamente durante unas páginas sobre la paternidad, sobre las cosas que no imaginas antes de convertirte en padre, sobre ese “renunciar a vos mismo cada rato, postergarte”, sobre esos miedos que de repente te atenazan (a que le pase algo a tu hijo, a que te pase a ti, a que le pase a tu mujer), sobre esas nuevas fragilidades que de repente adivinas en ti. Y a modo irónico, concluye: “¿Cómo nadie te avisa de una cosa así? Quizá no se puede. Si realmente hicieran un curso integral de cómo criar hijos, nadie los tendría. Hace falta esa ignorancia para que continúe la especie, generaciones de ingenuos que se meten en un baile del que no tienen ni idea. Un curso que anticipe todos los peligros y padecimientos de la paternidad y la maternidad espantaría a todos. Podría estar esponsoreado por alguna marca de preservativos. Salís de ahí y comprás el pack de 120 sin dudarlo”.
Y aunque es evidente que, como comentaba, lo dice con ironía, a modo de exageración, uno no puede dejar de darle vueltas a la reflexión y pensar que sí, que nadie renunciaría a sus hijos porque son la cosa más maravillosa que te puede pasar, pero que Lucas Pereyra tiene parte de razón en lo que cuenta, porque hay cosas que nadie te dice. Quizás porque solo se pueden vivir, experimentar y sentir al convertirse en padre y no hay forma de explicarlas. O quizás porque es un mecanismo de defensa del ser humano para evitar que se extinga la especie. Que también puede ser (entiéndase también la ironía).
Cosas que nadie te cuenta
Sea como sea, lo cierto es que otros padres, tus mismos padres, te dicen aquello de “préparate para no dormir durante un tiempo”, pero nadie te explica el agotamiento físico que puedes llegar a sentir, un cansancio que casi duele cuando las noches durmiendo poco y mal se acumulan y los días tampoco dan tregua para recuperar fuerzas.
Nadie te dice antes de ser padre que vas a conocer tus límites como nunca antes los habías conocido, que vas a perder los nervios como los pierdes, que hasta la persona más paciente del mundo toca fondo.
Nadie te cuenta que la paternidad es una experiencia que saca lo mejor de ti, pero también lo peor. Nadie te explica que en esos momentos vas a sentir el peso de la culpa haciéndote claudicar como una roca sobre tu espalda, que vas a ver por momentos una versión de ti que no te gusta nada, a la que rechazas, de la que casi te avergüenzas.
Nadie te anticipa que vas a tener que ver una y otra vez las mismas películas, y escuchar las mismas canciones, y leer tropecientas veces el mismo libro, aunque haya días en los que no tengas ganas de hacerlo. O igual sí que te lo anticipan, pero nunca imaginas que será tan extremo, quieres crees que están bromeando: “Tenés que leer catorce veces por día el librito del rinoceronte. No se perdió el librito del rinoceronte, lo escondí yo en un lugar imposible de encontrar (…) porque me tenía repodrido”, escribe Lucas Pereyra en un fragmento del libro que me hizo reír a carcajada limpia, casi en un gesto de camaradería, de sé de lo que hablas, amigo.
Nadie te dice que te vas a ver celebrando las cacas de tus hijos y admirándolas como si fuesen una pintura de Sorolla, una escultura de Chillida, el gol de Iniesta contra Holanda. Tú, que tenías arcadas nada más que olías la caca de algunos de tus primos pequeños. Si te lo hubiesen dicho, no les hubieses creído.
Nadie te explica el miedo que vas a sentir. El temor a que les pase algo (¿respira? ¿tiene fiebre?), como desgraciadamente les pasa a tantos niños; a no estar haciendo lo correcto; a no ser un buen padre; a que te pase algo a ti y los dejes solos cuando todavía te necesitan; a que le pase algo a tu mujer con lo imprescindible que es su presencia. Es un pensamiento éste muy común entre los padres. Lo he visto reflejado en muchos libros que de alguna u otra forma abordan la paternidad. “Yo no podía morirme nunca, pensé (…) Fue lo primero que aprendí de la paternidad: el mandato de sobrevivir a las enfermedades, los accidentes, el desaliento”, escribía Manuel Jabois en ‘Manu’.
Y, sobre todo, nadie te dice que vas a querer como vas a querer, que vas a experimentar esa palabra, “querer”, como nunca antes la habías sentido, que vas a amar con tanta fuerza, con un enamoramiento tan grande que no cabe en el pecho. Nadie te lo dice porque a esto no se le pueden poner palabras, no existen términos para explicarlo, para llegar a abarcar con vocablos algo tan grande, en todos los sentidos. Puedes intuirlo, puedes barruntar algo en las reacciones y palabras de otros padres, pero no se puede entender si no lo vives. No puedes ni siquiera suponer lo mucho que esta experiencia te va a cambiar. Para siempre. Me lo decía el periodista Quique Peinado en una entrevista que le hice hace unos meses: “La paternidad no te cambia la vida, te cambia a ti, por eso es tan difícil de explicar a quien no tiene hijos”.
Quizás sí que nos dijeron todas estas cosas. El problema es que antes de ser padres no las entendíamos.
*El fotón de portada es de nuestra querida amiga Paula Martos.
Paula (Sin Chupete)
Tal cual. Lo del miedo es algo que llevo fatal últimamente.
Diana
Cómo me gusta leerte Adrián! Es todo tal cual…siento que he cambiado desde que soy mamá. Y aunque a veces sienta que no puedo sobrevivir al día a día, nunca he sido tan feliz!!! Es muy difícil explicárselo a quien no tiene hijos.
Roser
El miedo que tuve a morirme de parto con mi segundo hijo solo era superado por el miedo a que este sobreviviera y mi marido se tuviera que encargar de los dos. Es algo que me bloqueó durante medio embarazo.
Igual que, con el bebé recién nacido y el mayor de 3 años, soñé el pánico de vivir en Siria y oir a Isis entrando en casa. El pavor, no a lo que me pudieran hacer a mi, sino a la vida que esperaba a mis hijos con una gente que aboga por los libros de texto plagados de violencia y los niños soldado… Cuando lo contaba a mis amigos me miraban como si hubiera enloquecido. Solo me comprendieron otros padres recientes.
Lola
Excelente.
Nos lo dijeron, pero no lo comprendimos. Y aunque lo hubiéramos comprendido, no habríamos hecho caso: ” con nosotros será diferente”…
Nazareth
Mi blog se llama “Cosas que nadie me dijo antes de ser madre” y este es el primer post que escribí https://nadiemelodijoblog.wordpress.com/2016/09/14/cosas-que-nadie-me-dijo/ hablando exactamente de eso, de todo lo que no te cuentan (o te contaron y no te creiste) y ahora al ser madre lo ves con otros ojos.
Es maravillosa la maternidad / paternidad, ¿verdad? A nosotros es lo mejor que nos ha pasado, a pesar de las noches en vela, los mocos, las cacas y todas esas cosas. No lo cambiamos por nada.
Un saludo
Vane
Es que me encantas tanto…. escribes tan bien… te leo y me siento totalmente identificada. Mi pegote hoy después de hacerme levantar los brazos varias veces y acariciar dulcemente mis axilas… me suelta… Mamá, me encantan tus sobacos! y yo……….. simplemente… muero de amor por ella.
Ángel
Menudo fotón el de la portada!! Enhorabuena Paula.
Pues nosotros somos un par de ignorantes que estamos a punto de tener nuestro primer hijo y me parece que voy a dejar de buscar consejos de padres primerizos porque la sensación de acantilado que se acerca cada vez es más grande,jajaja.
Me rio de lo nervioso que estoy.
De todas formas, muchas gracias por este artículo tan personal. Siempre se agradecen. Y más en estos momentos.
Allá vamos!! Deseadnos suerte por favor
Un abrazo
Pd: Lo del sueño agotador me da pánico
DavidP
Excelente post!!! En cierto modo es alentador encontrar cierta comprensión y camadería… y sobretodo, saber que no estás loco por experimentar todos esos sentimientos, esas sensaciones… Mol gracias!!!