La semana 37 del embarazo podría ser una más. Una cualquiera. Y lo sería de no haber asistido al curso de preparación al parto que hemos recibido durante todo el mes de agosto y del que os hablaré en futuras actualizaciones. Un tutorial express para papás y mamás en prácticas. Como esos cursos intensivos de verano que te cuestan un riñón y en los que aprendes más bien poco. Aunque siempre te quede algo. Una idea general. Un gracias en japonés. O un concepto como el de “bebé a término”, que es el que nos traemos hoy entre manos.
Por resumir: Yo (y creo que el resto de compañeros del curso) hemos vivido unas 30 semanas del embarazo pensando que su duración, como dice la siempre engañosa sabiduría popular, es de 40 semanas. Y en cierto modo es verdad, aunque lo de 40 semanas no es más que una media. Un embarazo normal dura entre 37 y 42 semanas. Y es en esa semana 37, en la que Diana y yo nos encontramos ahora, cuando se considera que el “bebé está a término”. Es decir, que ya está listo para venir al mundo en cualquier momento sin necesidad de pasar antes por una incubadora.
En fin, que ya andábamos por la semana 32 y pensábamos que los principales miedos habían pasado (Sintetizándolos un poco: Miedo a un aborto durante las primeras semanas; miedo a la segunda ecografía por ver que todo estaba en orden y el bebé tenía dos piernas, dos brazos y una cabeza -omitiré aquí mi casi desmayo-; miedo a la maldita toxoplasmosis que ha tenido a Diana nueve meses mirando con detenimiento cada producto alimentario que comía; miedo a los dolores repentinos o a la ausencia de movimiento…), cuando la semana 37 nos marcó otro temor en el calendario.
Y será que nos estamos convirtiendo en expertos, pero éste lo hemos llevado mucho mejor. Con mucha más tranquilidad y mucha menos paranoia. Tanto que sin darnos cuenta, y un día después de celebrar mis 29, hemos llegado ya a nuestra semana 37. Y Mara, que ya no se quiere perder una, me ha querido dejar su particular regalo. Un presente que no viene envuelto en papel pero que llega cargado de valor simbólico. De un suspiro de alivio. “Papá, ya estoy a término”.
furbetta
¡Vaya regalazo te ha hecho tu pequeña! Es cierto, que prisas por cumplir los 18, y luego los años han volado hasta rozar la treintena. Nosotros no estamos embarazados, y jamás pensé que llegaría al punto de quedarme embobada mirando un bebé, pero ahí estoy, mirándolos con algo parecido a ganas y miedo, mucho miedo, pero sobre todo depués de darle un repaso a tu blog… no voy a decir que quiero una Mara, pero jo, ¡qué bonito todo! Yo aquí veo un libro, el hijo está en camino, así que si ya has plantado un árbol, lo tienes todo casi hecho.
¡Os deseo todo lo mejor! Y eso sí, el blog se lo paso a mi novio.
acordellat
¡Muchas gracias, Paola! ¡Me ha hecho mucha ilusión tu comentario! La verdad es que creo que es algo que no se piensa hasta que te llega, pero luego todo es taaaaan bonito… y eso que todavía no ha nacido (A ver si la renacuaja se decide ya, que parece que está muy agustito dentro de su mamá y no hay manera de que quiera salir al mundo…cosa que tampoco me extraña). Si consigo darle continuidad habíamos pensado lo del libro para tener siempre ese recuerdo. Estaría muy chulo. Antes intentaré ponerme con lo del árbol 😉 ¡Un besazo grande! ¡Me alegro mucho de que te haya gustado!