Me hice periodista no sé muy bien por qué. Yo iba para traje y corbata con una carrera de económicas y acabé en vaqueros y zapatillas por una de esas decisiones que se toman cuando uno todavía no está realmente preparado para hacerlo. Saqué más nota de la esperada en selectividad y los profesores del instituto me liaron con mi capacidad escritora. Así que a última hora y a lo loco, como hago muchas cosas en mi vida, cambie ADE y mi futuro como Don Draper por el periodismo. Y oigan, soy feliz con mis vaqueros y mis zapatillas, que van más con mi personalidad, y he aprendido a aceptar de la mejor de las maneras mi decisión, aunque ya nunca pueda parecerme a Don. En parte porque tampoco fumo, no me gusta el whisky, prefiero darle prioridad a mi familia antes que al trabajo y, sobre todo, me da mucha pereza afeitarme.

En 2012, también a lo loco, dejé mi trabajo como funcionario en la Universidad de Valencia para dedicarme al periodismo y, muy especialmente, para empezar a contar kilómetros junto a la mujer de mi vida. Inevitablemente, de vez en cuando, me entra la nostalgia por mi Mediterráneo querido y por la patria que dejé allí en forma de familia y amigos. Les echo de menos siempre. Les llevo conmigo siempre.

Entre pitos y flautas, en octubre de 2013 llegó al mundo Mara. Hasta noviembre de 2016 fue la gran protagonista de este blog. La pequeña que revolucionó nuestras existencias y la niña que llena de vida nuestros días, aunque con su permanente actividad a veces nos lleve al borde de la muerte. Qué paradojas. Desde entonces comparte atenciones y espacio en este blog con su hermano Leo, un niño que es la antítesis de su hermana. Nuestro hijo zen. El amor de mi vida, la mamá jefa, es la otra gran prota del blog. Ella pone un poco de cordura a nuestros días de locos y casi sin pretenderlo nos guía con paso firme por el siempre difícil camino de la maternidad/paternidad. El papá en prácticas (un servidor), cierra los créditos de los personajes principales.

Creo que ser papá es un aprendizaje continuo y sin fin, una eterna plaza de becario mal remunerada pero enormemente satisfactoria.

Empecé este blog poco antes de que naciese la niña de nuestros ojos como un entretenimiento para mi familia y amigos, una forma de que se sintiesen cerca de nosotros y fuesen partícipes de nuestras vivencias. Y la verdad, no tenía esperanzas de que el experimento durase más de un mes teniendo en cuenta mis antecedentes con los blogs. Qué equivocado estaba.

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